El siglo XX
Cuando el camino te haya desgastado lo suficiente como para no entender lo que está pasando, es hora de replantearse las cosas.
Hay una parte de "frustración" que nace desde los sueños rotos, pero hay otra parte que no tiene que ver contigo, es más el "desarrollo social" que se ha generado a lo largo del Siglo XX y cuyo balance podemos conocer escuchando y viendo el noticiario de cualquier cadena de televisión en nuestros días.
En tiempos pasados podríamos entender esa incapacidad del "sistema" para generar sociedades justas, eran tiempos difíciles, donde la fuerza (literalmente) se abría paso a cualquier precio, la oscuridad campaba a sus anchas y tus posibilidades de sobrevivir con dignidad estaban totalmente asociadas a tus orígenes.
Con la llegada del Siglo XX y el progreso, las sociedades (no todas) fueron avanzando y generando una expectativa de cambio entre las gentes más humildes. Una serie de revoluciones fueron abriendo nuevos caminos, que hacían posibles los sueños de la gente que yo llamo normal, tener una vida digna, prosperar, crear una familia y poder salir adelante en un espacio de respeto y convivencia, seguro y sin miedos.
Un indicativo interesante para medir esto podría ser el hecho de que, normalmente, cada generación que iba pasando encontraba mejor acomodo y posibilidades que sus predecesores. Esto se podía valorar teniendo en cuenta aspectos como la vivienda, los transportes, las nóminas, los ahorros, la alimentación y los viajes. También podríamos hablar de libertades y la llegada de la democracia a nuestro mundo.
Todo esto viene a que he estado reflexionando y he llegado a la conclusión de que mi generación, aquellos que nacimos en las décadas de los 60 y 70, nos encontramos en la cúspide de la pirámide de algo que podríamos definir como "evolución social".
Dicho esto, el futuro que espera a mi hijo y a los hijos de mis amigos generacionales, es algo muy incierto. Los logros sociales están desapareciendo (en las sociedades que tuvieron suerte y los alcanzaron), la situación geopolítica es muy inestable y aquellos valores que hicieron posible nuestro progreso, brillan por su ausencia, y lo que es peor, el dinero y el poder (en todas sus formas) se han colocado como estandarte de una sociedad decadente que ha perdido el rumbo.