jueves, 2 de abril de 2020

Un metro de distancia





La soledad se convirtió en aliada y las sensaciones que el miedo y la angustia generaban en su mente se tornaron extrañas, sensaciones estériles que le hacían replantearse el norte y la duración del trayecto. No sabía si añoraba aquellos tiempos en los que nada había sobre su cabeza, más allá de una hipoteca, la letra del coche o elegir balneario para el fin de semana. Ahora con la espada balanceándose sobre su destino y sabiendo que la cuerda partirá, quita las pilas de los relojes y sigue caminando en un mundo más real, más consciente de lo próximo y con unos horizontes más cercanos.

El primer pensamiento de la mañana es importado. Resuenan ecos de los noticiarios que cada hora llegaban a los oídos del cuerpo abandonado sobre la cama, inconsciente de que el mundo ya no volvería a ser aquel que conoció, pero se despereza mientras un gesto de incomprensión queda reflejado en el espejo. Apenas dos pasos y un giro de muñeca, la sensación es agradable, por unos momentos su mente le ha abandonado. Se reconcilia con su cuerpo y una energía  limpia y renovada inunda el lugar en el que el vaho pulula sin rumbo para acabar fijándose en los espejos.